Bueno, ¿dónde nos habíamos quedado?. Ah! Si… semana 41
+ 5 días, exactamente el día 11 de mayo (sábado), ese día tenía programado el
ingreso para provocarme el parto para que saliera el pequeño, la noche del 10,
estaba atacada de los nervios, por una parte tenía un miedo que me moría…,
porque sinceramente, le tengo pánico al dolor, pero por otra parte tenía ganas
de descansar, saber que todo estaba bien y verlo cuanto antes.
Casualidades de la vida, el ginecólogo que me trató en
la última cita de monitores me dijo, “muchas veces las madres se ponen de parto
el mismo día que tienen el ingreso”, dicho y hecho, la madrugada del 11 a las
4:00 de la mañana, empezaron unos dolores un tanto “peculiares”, recordé las
palabras de mi amiga Rebeca “Raquel, cuando tu veas, que te tienes que agarrar
a algo por el dolor, eso son contracciones”, y en realidad era así, cuando
venía una, me agarraba a lo que pillaba y respiraba hasta que se pasara.
Tenía el ingreso a las 8:00, pero como venían cada 5-6
minutos, decidimos irnos antes, llegamos al Hospital General de Alicante (que lo tenemos enfrente de casa)
sobre las 7:30, me miraron y me dijeron “no tienes dilatado ni un cm, vamos a
seguir con el procedimiento de provocarlo.”
Bien, ahí estaba yo en una habitacioncita, con un
baño, llena de cables, el monitor, oyendo los latidos del peque y viéndolas
venir, David el pobre mal sentado en una silla allí mirándome, esperando y cada
vez que venía una contracción frotándome fuerte los riñones.
Entró una matrona y me introdujo una “pastillita” que
eso haría que las contracciones fueran más rápidas y me pusiera realmente de
parto, por el momento las contracciones las llevaba bastante bien y podía
aguantarlas.
Me cambiaron de habitación, me pusieron en la
habitación que se suponía que iba a ser la mía cuando naciera el pequeño, y
allí me dejaron hasta que dilatara, al rato entro otra matrona a mirarme, y me
dijo “enhorabuena! Ya estás de parto” y pensé ilusa de mi, “ostras, ya estoy de
10 cm”jajajaja, y acto seguido dijo ella
“estás ya de 2 cm! Eso quiere decir que ahora hay que esperar a 3 cm para
ponerte la epidural, tu cuando notes que estás de 3 cm, nos avisas”
….mmm ¿cuando
lo note?, y ¿cómo me voy a dar cuenta?, “tranquila lo sabrás”.
Acto seguido a los pocos minutos, empecé a darme
cuenta de que las contracciones…iban un pelín más seguidas y el dolor era más intenso..
(Ah!!! Un lapsus, no os he dicho que esa mañana me
desperté con amigdalitis!!! Y acompañado de fiebre, el parto mucho más
emocionante!)
Bueno solo deciros que 5 minutos pasaron, y ya me
quería morir, pero así de rápido, morirme…, porque ese dolor era inaguantable,
me senté en la pelota de dilatación, me di duchas de agua caliente, respiraba,
hacía todo lo que se podía hacer y ese dolor era inaguantable, además no había
tiempo de descanso, reenganchaba una contracción con la otra. Llegó un momento
en que no era yo, gritaba, daba golpes en la encimera y no era persona, tanto
que cuando me miré en el espejo del baño, me había transformado!, se me había
hinchado la cara, estaba totalmente deformada, impresionante!!!
David solo sabía decirme, Raquel solo han pasado 20
minutos, aguanta. Y yo lo miraba y solo sabía
llorar.
Al parecer las chicas que estaban con sus bebes en las
habitaciones de al lado se debieron quejar (NORMAL), y vino un celador, me
subió a la camilla y me llevó de nuevo a dilatación, yendo por el pasillo, me
tapaba la cara, me daba vergüenza porque aún en la camilla no paraba de llorar
del dolor.
Allí me volvieron a observar, y bien… ya estaba casi
de 3 cm. “Creo que te podemos poner ya la epidural, ¿has firmado el
consentimiento” –No, pero te lo firmo ya!!!!!!!- “¿lo quieres leer?”
Noooooooooooooooooooooo trae que firmo!!!!!
A todo esto decir que el trato recibido por las
matronas en el Hospital de Alicante, fue mas que mejor, fue perfecto, lo dulces
y agradables que son, y lo que apoyan a la madre en esos duros momentos,
recordaré a la residente de matrona Alicia, que me trató como si fuera un
familiar suyo, era de lo mas dulce que me he encontrado.
No tardó ni dos minutos en llegar una anestesista,
entró y se iluminó la habitación, un luz blanca le envolvía todo su contorno,
ella me miró, yo la miré y le dije ¿eres mi salvadora?, la chica me miró y me
sonrió.
-“Raquel, ahora voy a explicarte lo que debes hacer,
es importante”
Explica mientras pinchas por Dios!!!
La forma de poner la epidural voy a suprimirla ya que
habrá mucha gente como a mí, que el tema de las agujas lo llevamos un tanto
mal. Solo deciros que no duele, que como mucho notas un picotazo en la espalda
y ya está. Si tuviera otro niño, ni lo dudaría en ponérmela.
Después de que me la pusiera, una contracción mas y
fui feliz, no noté nada en absoluto. Lo bueno es que me hizo el efecto
perfecto, no sentía cuando me hacían los tactos o me rompieron la bolsa...o
cualquier otra cosa, pero perfectamente podía mover las piernas, las notaba,
hasta para que bajara el bebe me puse a cuatro patas encima de la cama y tenía
la fuerza de siempre.
Bueno…., el parto siguió su curso, yo con la epidural
era feliz y ya podía venir el peque cuando quisiera.
A las 21:00, ya estaba de 10 cm, pero el peque estaba
muy arriba aún, así que me mandaron empujar cada vez que notara que tenía una
contracción (presión ahí abajo), lo hicimos bastantes veces, pero llegó un
momento que el cansancio nos pudo a David y a mi, y nos quedamos durmiendo.
Por allá de las 23:45, entraron unas diez mujeres a la
habitación, nos despertamos de golpe ¿Qué pasa??!!!, “A ver cómo va la futura
mamiiiiiiii, uiiiiii si ya le veo el pelo”
¿Perdonaaaaaaaaaa?!
-Ale, llevárosla que está para parir ya!!!!-
Yo solo sabía que no podía, la garganta me mataba de
dolor, estaba medio adormilada y encima me tomaron la temperatura y tenia 38’5,
pero a parir que había llegado la hora!!!
Ahí es cuando te pones verdaderamente nerviosa ¿seré
capaz?, solo piensas eso.
La sala de partos impacta, supongo que impacta igual
que un quirófano o algo parecido, pero como yo nunca he estado en ninguno, pues
me impactó, las luces tan fuertes, toda la gente, el instrumental, etc…
David llegó de verdecito a mi lado, me indicaron como
debía a hacerlo y ale, manos a la obra!!!.
Impactaba todas gritando “empuja!! Empuja!! Mas fuerte!!!”,
tres veces y mi bebé salió (23:57, 3’210kg, 51cm), lo noté porque la
barriga bajó de golpe, y acto seguido se lo llevaron al “calienta platos”
porque no lloraba, pero en un momentito arrancó a llorar, y ahí es cuando yo
también arranqué a llorar.
Se lo dieron a su papa, y acto seguido me lo pusieron
encima y le dije a mi marido “huele a vida”, en ese momento supe lo que
realmente se siente siendo madre, das la vida a un ser que ni siquiera conoces,
pero que sabes que es lo que más quieres en esta vida, y desde ese momento,
harías todo lo que fuera por él.
Estuvieron cosiéndome unos 40 minutos, digamos que me
tuvieron que cortar un pelín y aparte me desgarré otro pelín (lo redacto con delicadeza
para futuras embarazadas que lo lean) Después de eso, nos dejaron en
observación unas dos horitas, allí con nuestro bebé y una matrona enseñándome como
darle el pecho.
Esa noche, me pasé toda la noche mirándole y llorando,
ya estaba aquí, estaba bien, ya no había preocupación ninguna por nada. David
durmiendo en el fantástico sofá de los Hospitales (sarcasmo) y yo no paraba de despertarle
(“David qué guapo es, David, míralo”)
A los tres días si mal no recuerdo, salimos de allí y
nos vinimos andando a casa. Se lo presentamos a Jacko, le costó un poquito
asumirlo, porque es un perro muy nervioso, pero a la semana ya estábamos todos
adaptados al nuevo inquilino.
Y bueno, esa es el resumen del comienzo de la historia del pequeño David. Este mes, el día 11 de septiembre, hará 4 meses y cada día nos muestra cosas nuevas, es muy inteligente, muy espabilado y muy risueño.
Ya os iré contando el día a día. Comparto con vosotros
algunas de las fotos.
Quiero agradecer, a toda esa gente
que me apoyó en el embarazo.
A mis amigas que casi todos los días
me preguntaban por el pequeño y que me relajaban en los momentos mas tensos y
en los que estaba mas preocupada.
A toda mi familia, tanto la de mi
marido, como la mía.
Mi suegra, que me acompañó en muchas
ocasiones a las ecografías.
Por supuestísimo a mi madre que
también vio a su nieto a través de la pantalla muchas veces y en las duras
visitas a monitores.
Mi padre que me acompañaba constantemente
a ver cosas para el bebé.
Y en especial al hombre con el que comparto
mi vida, que me sorprendió con todo lo que se involucró en el embarazo. No pudo
ir todas las veces que quiso al médico, pero ahí estaba el, día si y día
también enterándose de todo lo necesario para el bebé, de cómo tenía que
hacerlo, quitándome las preocupaciones de la cabeza, y mil cosas mas!.
Cielo, no
lo podías haber hecho mejor, te lo aseguro.